Iglesia Bíblica Torre Fuerte

Explosión en Tultepec

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Una fuerte explosión se reportó el pasado 20 de diciembre en el mercado de cohetes de San Pablito en Tultepec, Edo. De México.  Este siempre ha sido uno  de los mercados más grandes de fuegos artificiales en el país.

Aunque todavía no se sabe la causa de la tragedia, los familiares de los 33 muertos y más de 70 heridos por quemaduras, buscan reconstruir en unos días el mercado y aprovechar la venta en los días festivos.  Todos  los preparativos de la Fiesta Navideña y de Fin de Año se convirtieron en cenizas en unos pocos minutos y muchos anhelos y sueños quedaron sepultados bajo la densa nube de los juegos pirotécnicos que arrasó con todo ante la impotencia de los fabricantes, compradores y  vecinos de alrededor.  A pesar del peligro y del fuego, los bomberos y ambulancias cumplieron con su deber.

Esta ha sido una tragedia inesperada y ha opacado  la alegría de muchos que seguramente esperaban tener buenos dividendos por las ventas en las celebraciones de los últimos días del año. En muchos hogares, el gozo de la Navidad fue imposible disfrutarlo pues ahora están de  duelo  por los fallecidos y con tristeza por los que fueron llevados a hospitales cercanos.

Es inconcebible como en unos minutos todo el cuadro preparado y esperado,  dé un giro total y la fiesta se convierta  en  luto.  Este cambio brusco se ha experimentado en ocasiones anteriores en salones de baile, fiestas de bodas o quince años y reuniones juveniles sin control, pero aunque sea por diferentes causas todos dejan la misma escena de dolor, llanto, desesperación y muerte.  Nosotros no somos dueños de la vida ni podemos afirmar cómo y cuándo se acabará.  Esa decisión le pertenece sólo a Dios.

La Biblia dice: “El hombre, como la hierba son sus días; florece como la flor del campo, que pasó el viento por ella, y pereció.”  (Salmo 103:15) “Porque toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre como flor de la hierba.  La hierba se seca y la flor se cae”  (I Pedro  1:24)  La vida es perecedera cuando no ha recibido a Cristo en el corazón como Salvador, pero es eterna cuando se le ha recibido.  “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se  pierda, mas tenga vida eterna. (Juan 3:16) “Yo soy la resurrección y la vida; el que en mí cree, aunque esté muerto vivirá.  Y todo aquel que vive  y cree en mí, no morirá eternamente  (.Juan 11:25-26).

Todos tenemos que morir algún día físicamente, pero podremos disfrutar de la vida eterna si tan solo abrimos la puerta de  nuestro corazón y dejamos que Él entre. La muerte del cuerpo no es  el final. La promesa de la vida eterna es para nosotros.

 

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