Comunicación I
Posted on 20 December, 2016 by Ramón Altamirano No comments
En la Iglesia se nos ha enseñado que existen dos tipos o dos vías de comunicación: la vertical y horizontal; haciendo referencia a la comunicación con Dios y con el mundo que nos rodea, respectivamente.
Aun así, existen diferentes rangos de comunicación horizontal: puede ser con la naturaleza, con los animales, con las personas he incluso con nosotros mismos. Pero, todo tiene un inicio y para que haya armonía en la comunicación, es importante empezar con lo más importante, la comunicación vertical, la comunicación con Dios.
¿Por qué es importante la comunicación con Dios?
Si se hablará de un propósito en específico se estaría equivocado, ya que la simpleza no es característica de Dios. Nuestro Padre Celestial siempre obra de formas inimaginables y sobre todo espectaculares. Por lo tanto, es obvio notar que no hay simplezas cuando se trata de hablar con Dios. La comunicación vertical tiene un sin fin de propósitos y oportunidades.
La comunicación con Dios te proveerá de ayuda y fortaleza para enfrentar distintas sucesos y acontecimientos en la vida. La comunicación vertical es eficiente y te guía en los momentos felices, los momentos de decisiones, los momentos de aflicción y sufrimiento. Ahora, debes de entender que la respuesta que recibas de dicha comunicación con Dios no es dependiente de ti, es totalmente dependiente al propósito y tiempo de Dios. Como ejemplo tenemos a Job (Job 42:1-9), ya que no podía recibir respuesta de Dios, o más bien no entendía el propósito de Dios a través de su aflicción, lo único que pudo hacer fue orar y tener comunicación con Dios.
La respuesta de Dios tiene el propósito implícito de esperar en Él. El esperar significa que debemos de poner toda nuestra aflicción, alegría, duda y deseos en sus manos, y estar atentos al resultado de nuestra oración.
Dios siempre hablará aunque piense que no está, lo difícil es estar quieto durante la espera. No te desesperes la respuesta llegará ¡Salmo 46:10 Estad quietos, y conoced que yo soy Dios!