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Sanson: Cuando hombres fuertes son débiles

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Este personaje ha sido objeto de más atención que todos los otros jueces de Israel anteriores a Samuel (Jue. 13–16).

La historia de Sansón ofrece un fondo sumamente valioso en torno a la primera parte de la opresión filistea. Los filisteos se establecieron en la costera 1200 a.C., una generación después de la conquista, y una vez establecidos trataron de abarcar el territorio montañoso de los israelitas. La presión filistea y amorrea combinadas (Jue. 1.34) obligó a parte de la tribu de Sansón, los danitas, a emigrar hacia el Norte (Jue. 18). El remanente de danitas, junto con Judá, se vio obligado a soportar cada vez más el peso de la presión filistea. En esta época la dominación filistea no era tan pesada, y Judá la aceptó sin objeción (Jue. 15.11).  Podemos fechar la época de Sansón 1070 a.C., o sea en la época de Jefté, que se ocupó de la amenaza amonita (Jue. 10.7), y unos 20 años antes de la doble derrota de Israel en Afec (1 S. 4.1–11).
La mayor parte de los jueces tuvo fallas morales y religiosas, pero estas se ven claramente en el caso de Sansón, cuya sensualidad, irresponsabilidad y falta de verdadero sentido espiritual son evidentes. Sin embargo lo vemos incluido en el catálogo de los héroes de la fe (He. 11.32). Lo que nos deja particularmente perplejos es que una persona de ese carácter haya estado dotado del poder del Espíritu de Dios.
El hecho es que dones espirituales o poder desde lo alto no siempre producen como consecuencia una vida pura. Dios puede utilizar a una persona independientemente de su calidad de vida. Entre sus improbables instrumentos tenemos a Balaam (Nm. 22–24), Nabucodonosor (Jer. 25.9; 27.6; 43.10) y Ciro (Is. 44.28; 45.1–4). Podemos cuestionar el uso de un instrumento humano como Sansón, y sentirnos molestos por los detalles de esta narración bíblica, pero Dios es soberano, y utilizó a Sansón en la “época oscura” de los jueces para cumplir un papel solitario pero vital. Para juzgar si uno es un verdadero varón de Dios no podemos basarnos solamente en las hazañas o dones sino tenemos que tomar en cuenta especialmente el fruto de su carácter y vida.
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Categories: El Vocero, Iglesia