Iglesia Bíblica Torre Fuerte

El Diezmo Obligación o Principio – Domingo 2 de Junio

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Malaquías 3:8-12

¡Qué acusación tan terrible! Dios les acusaba de robarle a Él, al dueño de todo. Dios fue claro y preciso en su afirmación: “En vuestros diezmos y ofrendas, me habéis robado”. Dios no es un contable usurero que está en el cielo tratando de quitarles algo a Sus hijos. Lo que Dios en realidad estaba afirmando era una bendición: “Voy a permitir que se queden con nueve décimas partes, y sólo me vais a devolver una décima parte”.

Después de establecido el pacto con Israel en el Sinaí, se determinó que “el diezmo de la tierra, así de la simiente de la tierra como del fruto de los árboles, de Jehová es” (Levítico. 27:30).
Por lo tanto el dar el diezmo era una obligación para los judíos. Si cumplían había bendición. Si no cumplían había maldición. Dios estableció que un diezmo era para sostener el ministerio de los sacerdotes y levitas (encargados de la adoración a Dios) mientras otros eran para ayudar “al extranjero, al huérfano y a la viuda” (Deuteronomio. 26:12).
Hoy, vivimos bajo la Gracia de Dios, y la forma de dar de los creyentes, tiene una base completamente diferente. No creemos que la iglesia está bajo el sistema legal del diezmo, pero eso no quiere decir que no deberíamos dar el diezmo al Señor. Aunque la obligación del diezmo no exista, si existe el principio del diezmo.
La práctica de diezmar es muy antigua y se conoció aun entre los pueblos no hebreos. En la historia bíblica la primera mención que se hace de los diezmos es cuando Abraham, después de haber logrado una victoria militar sobre cuatro reyes, dio los diezmos del botín a Melquisedec, sacerdote del Dios Altísimo (Génesis 14:17–20). Era una manera apropiada de reconocer la soberanía de Dios sobre todas las cosas. El sacerdote, en este caso, representaba a Dios.  El principio detrás de esta práctica rige para el sostén económico de la obra del evangelio, pues Pablo dice que «ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio» (1 Corintios 9:11–14).
Este mismo principio, que sirve de base a la costumbre religiosa de dar los diezmos, aparece también en el Nuevo Testamento, no necesariamente en cuanto a la proporción de la décima parte, pero sí en cuanto a la motivación de adoración, gratitud y responsabilidad cristianas (2 Corintios 9:5-8; Hebreos 7:1–10; Lucas 21:1–4).

El diezmo sirve como un “estándar” o regla para medir nuestra actitud y adoración. El dar menos del diezmo indica una posible tendencia hacia avaricioso o codicioso. El dar solo el diezmo es dar lo mínimo mientras el dar arriba del diezmo es una indicación de un corazón generoso.

El Nuevo Testamento claramente enseña que la generosidad en ofrendar y ayudar a otros es una evidencia de la llenura del Espíritu Santo (Hechos 4:31-37), del amor genuino hacia el prójimo (2 Corintios 8:1-5) y de la madurez espiritual.
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Categories: El Vocero