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Captura del Ex-Gobernador de Veracruz

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La noticia sobresaliente en días recientes ha sido la captura de Javier Duarte, ex-gobernador de Veracruz, quien había estado prófugo desde el 14 de octubre cuando la primera orden de aprehensión en su contra fue emitida.

Se le acusa principalmente de desviación y fraude de fondos del presupuesto federal y estatal. Se calcula que el monto total robado asciende a 66,ooo millones de pesos.

Todas las autoridades investigadoras le siguieron sus pasos y pistas, pero nunca lo podían encontrar, pues siempre se movía sin dejar sospechas ni rastros. Usó su triángulo de escape y ayuda de amigos entre Chiapas, Guatemala y Belice, lo que hacía más difícil dar con su paradero. Su captura fue en el Hotel Riviera de Atitlán, Guatemala.

Hubo varias pistas y sospechas que ayudaron a su detención: la visita de sus hijos un día antes de su captura, la investigación de pasaportes falsos de él y su esposa, y el uso de la tecnología detectando el cruce de llamadas, mensajes de texto, correos electrónicos y 1.2 millones de metadatos.

Algunos analistas han comentado sus dudas y sospechas que fue una entrega pactada, pues su esposa no fue detenida y aunque él se ve nervioso, su sonrisa es sospechosa y delatadora. Lo cierto es que ya está detenido desde el 15 de abril y en espera de su extradición. Esperemos los acontecimientos que seguirán.

Esta noticia nos recuerda que el hombre puede escapar y ocultarse de otros hombres, pero nunca de Dios. “Dios no puede ser burlado” (Gálatas 6:7) “Y sabed que vuestro pecado os alcanzará” (Num. 32:23) El profeta Jeremías escribió la advertencia de Dios: “Porque mis ojos están sobre todos sus caminos, los cuales no se me ocultaron, ni su maldad se esconde de la presencia de mis ojos” (16:17).

El señor Duarte no tomó en cuenta a Dios sino que confió en sus riquezas. “He aquí el hombre que no puso a Dios por su fortaleza, sino que confió en la multitud de sus riquezas y se mantuvo en su maldad” (Salmo 52:7) “Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo y en muchas codicias necia y dañosas que hunden a los hombres en destrucción y perdición” (1 Tim. 6:9)

Bien dice el Apóstol Pablo: “porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos… fueron traspasados de muchos dolores” (1 Tim. 6:10)

Las riquezas no duran para siempre y por ello no es sabio poner la esperanza en ellas pues son inciertas. Pongamos nuestra esperanza en el Dios vivo que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. (1 Tim. 6:17)

Aprendamos a ejercitar el contentamiento con lo que Dios nos da. Hagamos a un lado la codicia y la avaricia y ejerzamos la generosidad.

 

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