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Se Hizo Obediente

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La vida de Cristo en la tierra se vio marcada por una constante: la obediencia. “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió” (Jn. 6:38). Cristo tuvo que experimentar el verdadero significado de la obediencia. “Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen” (He 5.8–9).

La obediencia para Cristo no era opcional sino necesaria, pero no para su beneficio sino para el nuestro. Su obediencia vino a traernos la salvación ya que obedeció “hasta la muerte y muerte de Cruz” (Fil. 2:8) y nos asegura que Él entiende nuestra problemática humanidad porque Él mismo la experimento.

“Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (He 4.14–16).

Walvoord y Zuck comentan: “En un sentido muy concreto, pero no del todo comprensible, la encarnación dio al ya de por sí infinitamente perfecto y sabio Hijo de Dios la experiencia de conocer todo lo relacionado con la condición humana. De esta manera, el sufrimiento llegó a ser una realidad que el Señor probó y en virtud de ella, puede compadecerse profundamente de sus seguidores.”

(“El conocimiento bíblico”, un comentario expositivo: Nuevo Testamento, tomo 4: Hebreos-Apocalipsis, p. 31. Puebla, México: Ediciones Las Américas, A.C., 2006).

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Categories: El Vocero