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La Bendición En El Templo

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La llegada de Jesucristo a este mundo fue motivo de grandes y sobrenaturales eventos, como nunca  antes se habían visto.

Uno que casi pasa desapercibido fue lo ocurrido a un hombre llamado Simeón, a quien Dios, por el Espíritu Santo, le había dicho que no moriría sin antes ver al “Ungido del Señor” (Luc. 2:26). Su historia nos ilustra cómo las bendiciones pueden llegar cuando nosotros menos las esperemos.

Movido por Dios, Simeón fue al templo en el preciso instante cuando José, María y el bebé Jesús llegaron a cumplir con las obligaciones que la ley les imponía. Simeón recordó lo que Dios le había dicho antes y su mente y corazón se elevaron en una oración de reconocimiento a Dios. En esa oración, en forma de un salmo, Simeón reconoció tres bendiciones relacionadas con la Navidad que a nosotros fácilmente se nos olvidan.

La primera bendición

fue encontrarse con que Dios, cuando tiene un plan para nosotros lo cumple en su momento. Dios le había dicho a Simeón que no moriría sin antes ver con sus propios ojos al Mesías. En esa primera navidad, en el día de la presentación del niño, el plan para Simeón se cumplió. En el Templo se encontró con el Mesías y ahora podía morir sabiendo que Dios cumpliría su plan (Lc. 2:29).

La segunda bendición

era conocer que los planes de Dios incluyen a todos los hombres sin distinción de raza. Los judíos esperaban una salvación para ellos, pero Simeón entendió en esos días de la primera navidad en el Templo, que el Salvador que Dios había preparado, no sólo sería salvación para Israel, sino para todos los pueblos (Lc. 2:31). Dios enviaba al Mesías a salvar al mundo entero.

La tercera de esa navidad en el templo

fue entender la grandeza de la obra del niño que acababa de nacer. Dios, por medio de Jesucristo estaba dándole al mundo entero la capacidad de poder conocerle y además, le estaba mostrando a Simón que por medio de ese conocimiento del Señor, en la persona de Jesús, la gloria divina sería devuelta a Israel (Lc. 2:32).

Si Simeón no hubiera acudido al templo ese día de la primera navidad, tal como Dios le guiaba, sin duda se habría perdido de conocer semejantes bendiciones. ¿Alguna vez te ha pasado algo parecido?

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Categories: El Vocero, Iglesia