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Eclipse Solar 2017

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Por primera vez en 99 años, el 21 de agosto de 2017, la nación de los Estados Unidos fue visitada por un eclipse solar. Entre gritos, aplausos y festejos el eclipse del siglo alcanzó su punto culminante en el estado de Oregón; fue visible en una franja de un poco más de 110 Kms. de ancho que atravesó de costa a costa los 4,000 Kms. de distancia, desde Oregón hasta Carolina del Sur.

Miles de los observadores, con lentes protectores, buscaron distintos lugares estratégicos para maravillarse con el eclipse total de sol. La última vez que un espectáculo semejante se vio desde la costa del Pacífico hasta la del Atlántico fue en 1915. Aunque en México se vio en forma parcial, no dejó de ser una experiencia única y maravillosa.

Este fenómeno toma lugar cuando el sol, la luna y la tierra se encuentran formados sobre una misma línea. La luna oculta la luz del sol y la obscuridad se adueña del día durante algunos segundos o minutos. Un eclipse puede ser un espectáculo natural y se presenta como la ocultación parcial o total de un astro por la interposición de un cuerpo celeste entre él y el observador. Puede ser anular, solar, lunar, parcial o total. El próximo eclipse solar se producirá el 2 de julio del 2019 y podrá verse en América del Sur, especialmente en Argentina.

La Biblia nos presenta estos fenómenos astrales como instrumentos usados por Dios con diferentes propósitos.

Dios los usó en vidas como la de Josué (Jos. 10:12-13), el rey Ezequías (Isa. 38:8), el pueblo de Egipto (Ex. 11:22) y los menciona como acompañantes en la muerte de Jesús en la cruz (Mateo 27:45) y en el retorno de Cristo a la tierra (Mateo 24:29) y otros.

El Salmo 148:3 dice: “Alabadle, sol y luna; alabadle, vosotras todas lucientes estrellas”. Todos los astros fueron creados por Dios y ellos “cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos” “Él cuenta el número de las estrellas; a todas ellas llama por sus nombres” (Salmo 147:4-5) Todas sus obras son maravillosas y “su entendimiento es infinito.”

El mismo Señor Jesús utilizó este fenómeno como una ilustración entre Él y sus seguidores. Él dijo: “Yo soy la luz del mundo” (Juan 8:12) y luego enseña que sus discípulos eran “la luz del mundo” (Mateo 5:14)

Aquí no hay ninguna contradicción pues así como la luna no tiene luz propia sino que refleja la luz del sol, nosotros los cristianos somos luz ante los hombres y debemos reflejar la luz de Cristo ante ellos. Deja que tu luz alumbre “para que los hombres vean tus obras y glorifiquen al Padre que está en los cielos” (Mateo 5:16)

 

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