Después de la Fiesta
Posted on 23 August, 2016 by René Zapata 2 comments
Las Olimpiadas de Brasil han concluido. Los 85,000 efectivos que guardaron la seguridad han regresado a sus cuarteles. Más de medio millón de turistas han retornado a sus países de origen. Todo regresa a la normalidad. Es como bajar al valle después de haber estado en la montaña.
Los 10,000 atletas que compitieron han terminado su participación. Algunos regresan rebozando de alegría y satisfacción pues lograron lo que 15 días antes era un sueño y una incertidumbre. Un buen número regresan a sus países luciendo las deseadas medallas que su esfuerzo y disciplina les otorgaron. Hubo lágrimas de alegría y también de tristeza. Muchos sueños fueron logrados y la mayoría de los atletas retornan con la meta de mejorar y sobresalir en las próximas Olimpiadas de Japón en 2020.
Algunos países lograron un buen número de preseas y el retorno de sus atletas es de satisfacción y orgullo. Tres países sobresalieron en el medallero:
Estados Unidos 121 medallas (46 de oro, 37 de plata y38 de bronce)
China 70 medallas (26 de oro, 18 de plata y 26 de bronce)
Gran Bretaña 67 medallas (27 de oro, 23 de plata y 17 de bronce)
El apóstol Pablo casi al final de su vida escribió con satisfacción: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe” (II Tim. 4:7-8) Aunque no ganó ninguna medalla terrestre en su carrera de siervo y misionero, sabía que su premio estaba seguro y su corona de justicia sería entregada por el Señor, juez justo, en el día que llegara ante Él.
Todos los creyentes, hijos de Dios, estamos en la carrera de la vida que puede durar días, meses o años. Como atletas espirituales debemos observar las reglas del juego y atender los consejos divinos para alcanzar el triunfo: (I Cor. 9:24) “¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis” (Fil. 3:14) “Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Hebreos 12:1) “… desprendámonos de todo peso y del pecado que nos asedia y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante”
Estemos listos a recibir nuestro trofeo como Pablo y seamos contados entre los que esperamos y aman Su venida. Esta fiesta no tendrá fin.