Iglesia Bíblica Torre Fuerte

Decir “Ya no” o decir “Todavía..”

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Debemos reconocer en nuestras vidas y lo sabemos que ¡Las decisiones lo determinan todo!. Creer de verdad que el camino de Dios es el mejor camino lo cambia todo.

Muchas parejas hoy en día se han vuelto tan permisivas, y han descuidado tantas áreas que los ha alcanzado el pecado como a un Tsunami, han abierto tanto la puerta al pecado que no saben como parar esto. No hemos comprendido que cuando la tentación llama, no abrir la puerta.
Hoy en día no hay el suficiente respeto hacia el compromiso dentro del matrimonio. Hebreos 13:4 nos hace una invitación a considerar el matrimonio no solo como un buen concepto, sino a tenerlo en un valor incalculable. “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.”. Respetar el compromiso de vivir fiel a las convicciones que preferir lo fácil.

Veamos esta bella historia de un compromiso pleno y fidelidad a tu esposa:

Roberto se casó con Nancy cuando él tenía 21 años y ella 18. Como sucede con todas las parejas, su matrimonio exigió adaptaciones y mucho ceder por ambas partes. Como tantos maridos trabajadores, Roberto estaba sumergido en su trabajo, y aun cuando llegaron los hijos su obligación de proveer sustento para la familia y cumplir su llamado lo absorbían. Su vida era una serie de decisiones de minuto a minuto, y Roberto optaba por las que honraban su voto matrimonial.

Una noche, en camino a un restaurante, la verdadera riqueza de su relación hizo explosión aflorando a la superficie. Mientras manejaba el auto aquella hermosa noche de otoño, Roberto miró a Nancy y dijo:

Después de todos estos años juntos, todavía me encanta llevarte a cenar y pasar un rato a solas contigo. Es como si estuviéramos empezando de nuevo nuestra relación como recién casados. Después de todos estos años todavía me siento así.
Nancy le devolvió cariñosamente la mirada desde su asiento, y con una mirada alegre y una sonrisa traviesa, le respondió en son de broma: ¡Me parece que tú sí que estás enfermo! Luego ambos se echaron a reír.

En realidad, el enfermo no era Roberto sino Nancy. Ella había sufrido un derrame cerebral de gravedad, después otros más leves, así que cuando tuvieron esta conversación ya no eran jóvenes enamorados y apasionados, cuyas palabras son fáciles y a veces superficiales. No, Nancy y Roberto tenían en su haber 62 años de casados.

Al poco tiempo de aquella cena, la salud de Nancy decayó rápidamente. Ya no podía caminar. Roberto tenía que cuidarla 24 horas por día, siete días a la semana, mes tras mes. Yo sufría por Roberto quien tenía qué ver cómo su novia de tantos años declinaba. Cierto día, después del culto, le pregunté al salir del templo:
¿Estás bien? ¿Estás resistiendo la presión?

Me maravilló que con una sonrisa tan radiante como jamás he visto respondiera:
¡Oh sí! Es el mayor gusto y gozo de mi vida cuidar a mi esposa y llenar cada una de sus necesidades en este momento. Ella me ha dado tanto a través de todos estos años. ¡Ahora me toca a mí devolverle algo de lo que ella me dio!
Y al mirar su rostro no me cupo la menor duda de que era totalmente sincero. Observé la dedicación con que cuidaba a Nancy día tras día hasta que, por un ataque masivo al corazón, ella descansó para siempre.

Roberto me enseño una gran lección con respecto al éxito en el matrimonio. No se trata de cómo empieza, sino de como termina. Lo admito, el comienzo poder ser importante porque todo lo que edifica sobre un fundamento sólido sigue siendo sólido durante toda la vida. Pero inevitablemente, en el matrimonio soplarán los vientos de los conflictos, los temblores de los desacuerdos lo sacudirán, las tormentas de los problemas lo inundarán, y las grietas de los desencantos y las desilusiones intentarán tragarse a la pareja hundiéndola en las profundidades del fracaso.

Ese día, al estar con Roberto frente al templo, tomé una determinación. ¡Quiero finalizar mi vida y mi matrimonio exactamente como él! ¿Y usted? ¡Fue sincero cuando dijo: “En salud o en enfermedad… “?

¿Son de veras importantes las decisiones que tomamos?

¡Seguro que sí!

¿Guardamos o no nuestro corazón?

¿Qué decisiones tomaremos minuto a minuto?

¿Honraremos nuestra unión matrimonial siempre?

Tal como en los casos de José y David, la respuesta tendrá un impacto sobre nuestro mundo, no solo para nosotros, sino también para nuestros hijos y nietos. Si Dios es quien guía su corazón, estoy seguro de que usted tiene lo que se precisa para tomar las decisiones correctas.

Dios bendiga tu vida y esperamos consideres esté tema tan importante pero tan descuidado por muchos.

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