Iglesia Bíblica Torre Fuerte

Al Borde de una Crisis por el Agua

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El cambio climático amenaza con llevar a la megápolis mexicana hacia una crisis ambiental sin precedentes. En los días malos se puede oler la pestilencia a un kilómetro y medio a la redonda; se esparce a lo largo de autopistas y edificios de oficinas.

En 1900 cuando se terminó la construcción del Gran Canal de desagües, era visto como una proeza de ingeniería y un símbolo de orgullo único; medía 47 kms. de largo con capacidad de mover cientos de miles de litros de agua residual por segundo. Permitía resolver las inundaciones y los problemas de drenaje que habían abrumado a la ciudad por años.

Sólo que no fue así y casi desde el inicio. El movimiento del Canal está basado en la fuerza de gravedad de la ciudad que se encuentra a 2240 mts. sobre el nivel del mar y que se ha estado hundiendo más cada año y con mayor rapidez. Para millones de personas el problema no sólo es la inundación sino la falta de agua potable con todas las inconveniencias de adquisición y acarreo para suplir sus necesidades. México D.F. está al borde de una gran crisis. Nos estamos secando.

Esta situación nos recuerda que en los tiempos bíblicos muchos tenían que ir al pozo más cercano para suplir su necesidad de este preciado líquido para su familia y para sus animales. Quizás el caso más sobresaliente es el encuentro de la mujer samaritana con Jesús en el pozo de Jacob (Sn Juan 4:6-42).

Es un diálogo donde Jesús introduce el valor y la satisfacción espiritual que el agua divina puede dar a una vida necesitada. Poco a poco ella se da cuenta que Jesús no era un peregrino común; ella consideraba su problema físico y moral, pero Jesús le ofrecía una fuente de agua que saltaría para vida eterna.

La presentación y aceptación de Él como Mesías, hace que ella deje su cántaro (v.28) y corra al pueblo para proclamar que había tenido un encuentro con el Salvador del mundo (v. 39-42).

Usted también puede tener esta experiencia y distinguir entre el agua natural y el agua espiritual. El agua natural presenta una necesidad que con esfuerzo usted puede resolver, pero la necesidad espiritual sólo Jesucristo puede hacerlo. Corra a Él y deje que el agua que Él ofrece sacie su sed espiritual y la sequía de su alma. “Mas el que bebiere del agua que yo le daré no tendrá sed jamás” (V.14)

 

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