Iglesia Bíblica Torre Fuerte

La profetisa Débora

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La primera vez que se menciona a Débora en la Biblia, se dice que es una profetisa.

Aunque no es un título común en la Biblia, Débora no fue la única. * Además, esta fiel mujer también actuaba de jueza, zanjando disputas y dando las respuestas de Jehová cuando surgían problemas en la nación (Jueces 4:4, 5 NVI).

Débora vivía en la región montañosa de Efraín, entre Betel y Ramá. Tenía la costumbre de sentarse debajo de una palmera para recibir a las personas y ayudarlas con la guía de Jehová. Sin duda, la tarea era difícil, pero a ella no la intimidaba. Además, la situación era preocupante. En una canción que más adelante compuso con Barac, declaró la razón al decir: “Ellos procedieron a escoger dioses nuevos. Fue entonces cuando hubo guerra” (Jueces 5:8). En vista de que los israelitas le habían dado la espalda a Jehová para servir a otros dioses, él los había abandonado en manos de sus enemigos. Ahora estaban bajo el dominio del rey cananeo Jabín, quien tenía al frente de su ejército al temible general Sísara.

Los israelitas estuvieron veinte años bajo esta cruel dominación, hasta que Jehová vio que su terco pueblo había cambiado de actitud. O como dice la canción de Débora y Barac: “Hasta que yo, Débora, me levanté, hasta que me levanté como madre en Israel”. Débora estaba casada con un hombre llamado Lapidot. Aunque no se sabe si tenían hijos, ella fue “madre en Israel” en el sentido de que Jehová la escogió para que cuidara de la nación como una madre. Le encargó que mandara llamar a un hombre fiel y valiente, el juez Barac, para que se enfrentara a Sísara (Jueces 4:3, 6, 7;5:7).

Mediante Débora, Jehová le comisionó a Barac que juntara en el monte Tabor a 10.000 hombres de dos tribus de Israel. Débora le transmitió la promesa de Dios de que vencerían a Sísara, a su ejército y a sus 900 carros de guerra. Esta promesa habrá sorprendido a Barac, dado que Israel no tenía un ejército y contaba con muy pocas armas. Aun así, Barac estuvo dispuesto a pelear. Pero con una condición: que Débora subiera con ellos al monte Tabor (Jueces 4:6-8; 5:6-8).

En la actualidad, las mujeres son víctimas de muchas injusticias, actos de violencia y abusos. Pocas veces se las trata con la dignidad que Dios quiere que reciban. Pero él valora por igual a hombres y  mujeres, y todos pueden recibir su aprobación (Romanos 2:11; Gálatas 3:28).

El caso de Débora nos recuerda que Dios también honra a las mujeres al encargarles tareas importantes, demostrando que confía en ellas. Por eso es fundamental que no adoptemos los prejuicios que abundan en este mundo.

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